Arrinconado por una niña dominicana
Sobre los riesgos de escribir lo que venga en gana y no saber si el calor viene de ti o del Caribe.
En el caso de que mi intención fuera —que honestamente no lo sé—, pero imagínense que fuera tener cierta permanencia y recurrencia en este espacio, es imperativo tener libertad para escribir lo que se me dé la gana y de la manera en la que salga.
Porque es que si me pongo a pensar, por ejemplo, que tiene que ser algo de actualidad, llegaría siempre tarde. Si priorizo la estructura correcta, las palabras precisas y la sonrisa perfecta, me aburriría. Si persigo el agradar a todo el mundo, estaría siendo tan hipócrita como utópico.
Otra cosa es que lo que escriba entre en el concepto general de este espacio. Porque lo que elegí como concepto es “el diálogo” y lo hice muy a propósito porque en cualquier cosa hay diálogo. Y si no lo hay, escribiría sobre la ausencia de diálogo.
Entonces, como soy dramaturgo con varias obras de teatro estrenadas en distintas partes del mundo (en otra oportunidad escribiré sobre la capacidad que te da el lenguaje para venderte como más importante de lo que eres sin necesidad de mentir), voy a escribir, en formato libreto teatral, un diálogo entre Eddy Herrera, reconocido cantante dominicano de merengue y Jessica, una niña de 13 años. Ambos protagonistas de la canción “Demasiado Niña”, del año 2000, interpretada por el mencionado merenguero. Recomiendo repasar la letra de la canción antes de continuar con la lectura. Escribo “repasar” y no “escuchar” porque se trata de un clásico que todos deberíamos conocer.
En la escena participa, como personaje, la conciencia de Eddy que, por libertad creativa del autor, es venezolana.
Se abre el telón.
Es una tarde de domingo. Eddy, hombre corpulento de 36 años de edad, está en el colegio de su hijo de cinco años. La verbena por el aniversario de la institución congrega a toda la comunidad educativa.
Estamos a finales de la década de los 90, por lo que es común que en un evento infantil se instale un kiosco con cervezas para los adultos. Después de varias espumosas, Eddy va al baño. Quizá se había tomado alguna de más porque no se da cuenta de que Jessica, de 13 años, entra detrás de él y cierra la puerta.
Eddy: ¿Qué es lo que tú haces, mi´ja? ¿Qué es lo que tú quieres?
Jessica: Eddy, yo te amo.
E: ¿Qué es esto? ¿Quién tú eres, mi loca?
J: Yo soy Jessica, pero tú me puedes decir “Mi corazón”.
E: ¿Y por qué yo te voy a decir mi corazón, mi corazón? Si tú no eres nada mío.
J: Pero yo quiero serlo, Eddy. Estoy enamorada de ti.
E: Pero, ¿qué tú me estás diciendo, muchacha del diablo? ¿Tú estás loca?
J: Tú no sabes, yo toy’ vuelta loca contigo, Eddy.
E: Pero, ¿cuántos años tú tienes?
J: Trece
E: ¡¿Trece años?! Pero, ¿tú sabes qué edad es que tengo yo?
J: Es que a mí eso no me importa, Eddy. El amor no tiene edad.
E: Pero sí tiene leyes, mi corazón. Si yo me meto contigo voy preso.
J: Me alegra que te lo estés considerando.
E: No, no es que me lo esté pensando, pero…
J: Es que no parezco de trece, ¿no es verdad?
E: Diache… Pa’ trece, tú no pareces, ¿eh?
J: ¿Te gusto, Eddy?
E: ¿Qué tú estás diciendo?
J: ¿Te gusto como tú a mí?
E: No, no, no… tú eres como una fruta nueva que no se puede tumbar.
J: ¿Qué esa frase más loca, Eddy?
E: Es que me tienes confundido, loca. Debe ser la cerveza.
J: ¿Qué cerveza va a hacer?
E: Es que tú no debes saber ni besar.
J: ¿Y tú cómo sabes? Pruébame, loco.
E: ¿Qué te voy a estar probando?
J: Amarte es lo que quiero, Eddy.
E: No me digas eso con esa mirada tan tierna, hazme el favor.
Jessica da pasos lentos para acercarse a Eddy, mientras él da pasos hacia atrás alejándose al mismo ritmo. Cuando ya está a punto de ser acorralado, hace una maniobra impropia de un borracho, esquiva a Jessica y se encierra en uno de los cubículos del baño. Una vez ahí, se sienta en el inodoro, saca una libreta de su bolsillo trasero y se pone a escribir. En ese momento, escucha una voz dentro de su cabeza.
Conciencia de Eddy: ¿Qué pasó, rey? ¿Te explotó la pea?
Eddy: No sé, hermano. Esa chamaquita me tiene fundío. ¿Tú viste eso?
CE: Claro, papi. Yo estoy contigo todo el tiempo. ¿Qué pasó, pues?
E: Esa vaina me dejó frisao. Trece años, mi loco.
CE: Bueno, pero la chama tiene derecho, pues.
E: Pero, ¿qué es lo que tú dices?
CE: Déjala quieta, vale. Ella puede decir su vaina. El que tiene que tener juicio eres tú, mi pana o te vas a meter en tremendo beta. ¿Qué estás haciendo ahí?
E: Escribiendo una canción.
CE: A ver, léeme lo que llevas.
E: “Si tú no fueras tan niña. Yo te llevara conmigo”CE: Ah coño, te dio queso la carajita.
E: Deja la chercha, papa. Yo soy un artista.
CE: Ajá, ¿cómo sigue?
E: No, déjalo de ese tamaño.
CE: Dale, vale. Dime. ¿Con quién te voy a echar paja? Si yo nada más puedo hablar contigo.
E: “Y si no fueras tan angelical. Mi amor a ti me atrevería a entregar”.
En ese momento, Jessica toca la puerta del cubículo.
J: Eso me da esperanza, Eddy. ¿Cuánto tengo que esperar entonces?
E: Diablo, ¿tú estás leyendo mis pensamientos o qué cosa?
J: Estás hablando en voz alta, papi. ¿Estás borracho?
E: Te pido que me perdones si mis palabras te hieren
J: No me hieren, mi rey. Me encantan.
E: No es esa mi intención, es que te falta conocer más del amor.
J: Enséñame, pues.
E: Eres demasiado niña para empezar a amar.
Aparece de nuevo la Conciencia.
Conciencia de Eddy: Yo te digo una vaina, príncipe. Tienes razón con que es demasiado niña y toda la vaina. Pero no sé cómo vas a explicarle a la gente que tuviste la necesidad de reprimir tus instintos básicos escribiéndole esta canción a una carajita de trece años.
Jessica: Estamos a finales de los 90. Nadie le va a pedir explicaciones.
CE: ¡Carajo!, ¿esta menor me está escuchando a mí también?
Eddy sigue escribiendo como un poseso y no para de hablar en voz alta.
E: Ni siquiera sabe besar.
CE: Eddy, cálmate, broder.
E: Es como una fruta nueva.
Pausa incómoda. La conciencia carraspea.
E: No se puede tumbar.
CE: Esa metáfora está rara, mi llave.
Eddy se calma, respira profundo varias veces, llama a Jessica en voz alta y ella no responde.
Cuando sale del cubículo del baño se da cuenta de que está solo. Medio confundido vuelve al patio del colegio y se dirige al grupo de padres con el que estaba charlando antes.
El grupo ahora es más grande y destaca desde lejos el beisbolista David Ortiz, conocido como Big Papi, por su gran tamaño y su fortaleza. Cuando Eddy se incorpora al grupo, Big Papi lo reconoce.
Big Papi: ¡Eddy, el duro del merengue! Compay, qué bacanería conocerte. Mi hija se va a morir cuando te vea. ¡Jessica, ven acá, mira quién tá aquí!
La escena se va a oscuro mientras suena la canción “Demasiado niña”.
Me he estado riendo como posesa
“Estamos a finales de los 90 nadie te va a cuestionar” 🤣🤣